La intervención del profesor es quizás la que más consideración ha recibido, pero las consideraciones constructivistas no se han conjugado en un perfil claro ni fácil de asimilar ni de poner en práctica. Se puede decir que se ha “abusado” de muchos resultados y conclusiones de investigaciones constructivistas, como por ejemplo la famosa “máxima” de Piaget (1972)
“…cada vez que enseñamos algo a un alumno impedimos que lo descubra…”.Esto, llevado al extremo, deja en la duda y el desconcierto a los maestros que tratan de actualizarse y ponerse a la altura de las reformas educativas que pregonan el constructivismo como su banderín, y literalmente se quedan sin saber qué hacer. Si enseñando se impide el descubrimiento, entonces, ¿cuál es el papel del docente? Se le puede concebir como gestor del proceso educativo, o un organizador de ambientes que estimulen el descubrimiento por parte de los alumnos, pero en estos casos, ¿qué se espera que haga mientras estos dedican su tiempo a experimentar y descubrir… o no. Además, ¿cómo ha de asegurarse que se cumplan ciertos contenidos mínimos cómo la lectura, la escritura y otros? La respuesta se hace difícil cuando se agrega a esto la consideración constructivista ya citada, que el aprendizaje es netamente individual, el resultado de la interacción de la persona que aprende con el objeto de su aprendizaje. Entonces, desde un punto de vista moderado el profesor se vuelve casi innecesario, y desde un punto de vista radical se le acusa de distorsionar el proceso de aprendizaje del alumno. Ante esto, ¿qué pensar? ¿Cómo actuar?
1 comentario:
En otros sistemas educativos, pienso que lo que ahora se hace es enseñar TODO a los alumnos, todo lo que se pueda, tomando en cuenta que lo que ellos descubran, serán cosas nuevas que nadie ha descubierto aún. Claro, el autodescubrimiento es bueno para despertar la curiosidad y la capacidad de descubrir, pero no debería ser un estilo de enseñanza completo.
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