sábado, 30 de junio de 2007

La educación vinculada al sistema estructural

“Para que la escuela se convierta en un instrumento básico para las reformas sociales, así como para la creación y desarrollo de nuevas oportunidades para toda la diversidad de seres humanos que en ella interactúan y aprenden, tiene que abrir las puertas a todos los educandos de una forma que contribuya a acabar con las desigualdades de todo tipo. Esta no es una tarea sencilla, porque los problemas relacionados con la diversidad están relacionados tanto con la economía y la política, como con la didáctica y la práctica escolar.″


La realidad es un sistema. Merece una visión de proceso, no lineal. No se puede transformar la realidad educativa desvinculada de la realidad social colectiva. La escuela no es un mundo aislado, es un microcosmos que refleja la vida social de los pueblos. En nuestra sociedad salvadoreña, vivimos un déficit democrático, concibiendo la democracia como la igualdad de oportunidades y derechos de las personas de ejercer sus prerrogativas como ciudadanos. Las condiciones imperante de explotación, injusticia social, han creado masas de individuos incapaces de ejercer sus funciones.

La democracia se concibe en el discurso público como el derecho de ejercer el voto, y no se vincula en la vida práctica a la equidad de oportunidades de participación, la posibilidad de cada persona de elegir el sistema político que le parezca más apropiado, la inclusión, el valor de la opinión ciudadana…

Dado que los problemas son estructurales, no se puede desvincular la problemática educativa del orden social al que pertenece> en claras condiciones de desigualdad, de exclusión social,

La escuela no es la excepción. El esfuerzo del sistema educativo es válido, pero para que sea sostenible debe ir acompañado de cambios consistentes.

Naturalmente, como educadores sería una negligencia esperar a que la condiciones estructurales cambien para asumir la responsabilidad que la profesión del enseñar nos demanda. Es más, estoy convencida de que en la labor educativa yace el punto de inflexión que puede generar los cambios necesarios.

La visión de una educación integral, que conciba al individuo en todas sus dimensiones biológica, psíquica y social: sin olvidar el elemento espiritual (no necesariamente religioso) como parte inherente a la criatura humana, pero trascendiendo el enfoque de superstición que ha paralizado el adecuado uso del razonamiento humano.

En el hecho pedagógico se encuentra la llave de la transformación del mundo, realizado con un enfoque de admiración por la vida, respeto a la diversidad, potenciador de recursos y con el maestro como un líder modelador.


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